En muchas ocasiones pensamos que la violencia es un fenómeno innato del entorno social en que vivimos, nos acostumbramos a pensar que la violencia es un acto que se ve expresado solamente en guerras y conflictos estructurales y olvidamos que en ocasiones el bullying, la violencia de género, la discriminación que encontramos en nuestras aulas, es de una u otra manera un reflejo de las situaciones adversas que vivimos en nuestras comunidades.
Estas “pequeñas” guerras que se desarrollan con nuestros amigos, colegas y alumnos, tienen repercusiones en nuestras maneras ver a los demás, una sociedad más conflictiva, por consiguiente se configura en un entorno menos solidario. La escuela como primer lugar de socialización, debería volcar sus esfuerzos a formar ciudadanos más proclives a la cooperación, la paz, el entendimiento de los conflictos ambientales, el respeto a los Derechos Humanos y la solidaridad.
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Educar para la solidaridad implica el desarrollo de valores como el respeto, la responsabilidad y la tolerancia: este proceso que no es fácil puede constituirse en un móvil que permite que el estudiante en primer lugar se sienta vinculado a algo - la escuela, su barrio, su familia - y a partir de esto empezar a generar espacios de diálogo efectivos con sus pares.
A continuación, una serie de recursos metodológicos que permiten que este enfoque educativo se desarrolle en el aula.
Esta es una invitación a trabajar en la solidaridad, una caja de herramientas que permite dinamizar espacios de discusión acerca de la violencia que nos circunda.
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Referencias
Lopéz Francesc. 2003. El mundo en guerra. La educación para la paz. Grao. España
Montero. M. 2000. La convivencia en los centros escolares docentes. Aljibe. Malaga
Vinymata, E. 2001. Conflictología, Teoría y práctica de la resolución de conflcitos. Ariel. Barcelona
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