Las técnicas de evaluación oral hacen parte de la caja de herramientas del docente para medir objetivos de aprendizaje. La verbalidad es un sinónimo de dinamismo y flexibilidad, por eso para muchos estudiantes la mejor estrategia de medición de su aprendizaje es la prueba oral.
Una buena evaluación oral estructurada permite los mismos resultados que su versión escrita, las reglas de funcionamiento de este tipo de pruebas son muy sencillas y en general los esquemas de indagación permiten respuestas claras y precisas. Aunque es necesario tener en cuenta que este tipo de evaluación suele favorecer a los estudiantes oralmente extrovertidos y tranquilos, pero puede llegar a generar un conflicto emocional en los alumnos introvertidos, tímidos e inseguros. Estas variables son necesarias a tener en cuenta cuando realizamos nuestros ejercicios evaluativos, ya que pueden llegar a verse alterados los resultados de las pruebas.
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Otro punto a analizar de este tipo de instrumento de evaluación, es la técnica y experticia en la formulación de preguntas. Al igual que en una entrevista las preguntas son el móvil del éxito de este ejercicio, existen preguntas abiertas o cerradas, las cuales están relacionadas con las evaluaciones estructuradas o no respectivamente. La pregunta abierta es aquella en la que el estudiante responde ampliamente y en la mayoría de los casos se refieren a temas y conocimientos generales, lo cual le permite a este responder con mayor amplitud. Cuando la evaluación oral conlleva el uso de preguntas abiertas, los docentes tenemos grandes dificultades en la clasificación y codificación de las respuestas. En cambio la pregunta cerrada se limita a un lugar de respuesta dicotómico y conciso.
Siguiendo lo planteado por Lafourcade 2003, se muestra a continuación una taxonomía de los tipos de pregunta y sus funciones en el marco de una evaluación oral.
Referencias
Lafourcade, Pedro. 2003. Evaluación de los aprendizajes. Editorial Cincel: Madrid.
Foto de Enrique Dans. Tomada de Flickr